te deja sin aire, te obliga a pensar.
El mundo se mueve y tú sigues detrás,
contando las horas que no vuelven más.
La vida se descuelga lenta,
como un reloj cansado de latir.
A veces muerde, a veces besa,
a veces solo quiere vernos huir.
He caminado bajo cielos rotos,
buscando en mis ruinas alguna señal,
y el tiempo, ese viejo brujo,
susurra verdades que duelen igual.
El tiempo te abraza y te quiere enseñar
que todo lo que nace se tiene que marchar.
La muerte camina cerquita de ti,
recordando que un día te toca partir.
Pero entre sombras también nace luz,
y aunque duela el camino… no pierdas la cruz
que llevas en el pecho, hecha de verdad,
de errores, de caos… y de humanidad.
Porque nadie es dueño del tiempo que respira,
ni del beso profundo que la ausencia castiga.
Somos luz imperfecta danzando en la fe,
somos sombras cansadas que buscan volver.
He visto a la soledad sentarse en mi mesa,
sirviendo recuerdos que no quise beber.
La felicidad pasa ligera, traviesa,
dejando un perfume que no puedo entender.
He visto amistades perderse en el viento.
He visto la dicha llegar sin buscarla,
y marcharse sin ruido, sin decirte nada.
La noche te mira con ojos sinceros,
te muestra los miedos que guardas en secreto.
Pero también te enseña a sobrevivir,
a encontrar un motivo para resistir.
Y aun así… seguimos vivos,
desafiando al silencio, retando al vacío.
Con los huesos cansados, pero el alma en pie,
con la muerte a un lado y la esperanza al revés.
Y aun así… seguimos siendo
barcos que naufragan y vuelven a crecer.
Porque nadie escapa del pulso del destino,
ni del frío que deja la sombra en el camino.
Somos polvo de estrellas perdido en la piel,
somos pregunta eterna que no quiere caer.
Porque en cada caída hay una verdad,
y en cada silencio, una oportunidad.
El alma se rompe para despertar,
y el dolor también viene a enseñar.
Porque así es la vida, tan dura y tan frágil,
un suspiro que ríe, que rompe y que arde.
Somos polvo que intenta dejar una señal,
somos sueño, silencio… y ganas de continuar.
Y aunque a veces la soledad te quiera vencer,
siempre queda esperanza para renacer.
Y si un día te encuentras sin rumbo, sin voz,
recuerda que el tiempo también siente amor.
Que incluso la muerte respeta a quien vive
con todo su fuego, con todo lo que sigue.
Porque así es la vida: tormenta y abrazo,
caminos que tiemblan, victorias y fracasos.
Pero mientras respires, mientras puedas sentir,
hay un rayo de luz esperándote aquí.
Y aunque el mundo te quiebre, vuelve a levantarte…
que la esperanza nunca deja de buscarte.






